jueves, 24 de octubre de 2013

Un domingo cualquiera (para un entrenador de fútbol base)

10:00: Suena el despertador, quedan horas para el comienzo del partido pero casi desde que abres los ojos ya estas pensando en él.: "¿Funcionará lo trabajado durante la semana?, ¿Conseguiremos un buen resultado?"


13:00: Comes, normalmente rápido porque te toca pasar por la oficina/instalaciones a por las equipaciones, fichas, botiquín.... Mientras comes aburres al que tienes delante (familia, amigos, novia...) hablándole del partido, de como crees que será, de lo importante que es...

15:00: Hora de recoger las equipaciones y las fichas, hay que ir pronto, porque la Ley de Murphy hará que siempre falte algo: un pantalón extraviado, la camiseta que se llevó a casa por equivocación un jugador, el brazalete que ha desaparecido, los balones que se han deshinchado...
Al final, y pasados no menos de 20 minutos, sales corriendo al campo, porque no quieres pagar la multa por retraso que tu mismo instauraste para que los jugadores fuesen puntuales.

16:00: Llegas al campo justo antes de que empiecen a llegar los jugadores, tienes que ir a por las llaves del vestuario, controlar los candados de las jaulas, dar los últimos retoques a la alineación, charlar con tus ayudantes, recibir al arbitro, estar pendiente de que no le falte de nada al equipo rival....

16:30: Das la charla táctica en la que te crees el mismísimo Mou (O Pep, o el Cholo o el que cada uno crea), das el 11 y a calentar. Cada vez queda menos para el comienzo del partido.

17:00: Comienza el encuentro, la prueba de fuego de lo que trabajaste durante la semana, das instrucciones, gritas, te lamentas con cada fallo y celebras cada acierto.

18:45: Acaba el partido, con la satisfacción de la victoria o el lamento de la derrota, pero aún no ha acabado el día para el entrenador. Hay que esperar que todos los jugadores se duchen y cambien, controlar que no falta ninguna equipacíon, que no se ha perdido ningún balón...

19:45: Sales por fin del campo, aun no te ha dado tiempo a pensar en el partido, lo haces volviendo a la oficina para dejar todo el material. Una vez en la sede, dejas la ropa y las fichas y te encuentras con alguien del club que lleva todo el domingo poniendo lavadoras con la ropa de todos los equipos del club. Charláis un rato y te vas. 

21:00: Llegas a casa y ahora sí, te pones a pensar en el partido, con un poco de suerte (o desgracia para el que le toque) tienes a alguien cerca para desahogarte y contarle como ha ido la cosa.

Seguro que los entrenadores que me leéis habéis tenido más de un domingo así, más de un domingo en el que todo el día gira en torno al partido, horas y horas que gastamos en lo que más nos gusta, aunque para ello tengamos que renunciar a todo lo demás ese día...



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