martes, 12 de noviembre de 2013

El entrenador hooligan

Último minuto de partido, tu equipo vence 2-1 en un intenso partido frente a un rival directo, la tensión ha ido subiendo desde que el equipo visitante recortase distancias. Hay nervios en los jugadores, nervios en los banquillos y nervios en las gradas.


Y en ese último minuto, en esa última jugada, el arbitro señala un penalty en tu contra.

En ese momento el hooligan que llevas dentro estalla, pese a que una parte de ti te dice que es penalty claro, estas fuera de ti, protestas la decisión, te encaras con el banquillo rival, echas al público encima del arbitro (que ha acertado en la decisión), en resumen, haces el ridículo.


En el mejor de los casos, ese momento de enajenación dura unos minutos, tras los cuales vuelves a pensar fríamente. 

Acaba el partido y pides perdón a arbitro y rivales por tu actitud, pero el daño esta hecho. Tus jugadores, a los que debes dar ejemplo, te han visto perder los papeles.

Que el comportamiento de un entrenador influye en sus jugadores ( y más en fútbol base) esta más que demostrado. Un entrenador agitado, nervioso, que protesta cada decisión arbitral, transmite ese nerviosismo a sus jugadores (a no ser que esas protestas sean totalmente "premeditadas", aunque eso es otro nivel). 
Solo hay que observar un partido de fútbol, cuando el entrenador protesta, sus jugadores entran en esa dinámica, nada positiva.


Por ello, porque somos ejemplo para nuestros jugadores, debemos controlar a ese entrenador hooligan ( o jugador hooligan, que algunos también lo teníamos cuando jugábamos) que llevamos dentro,aunque es cierto que es muy fácil escribirlo y algo mas difícil hacerlo. Todos llevamos dentro un ganador (y quien no lo lleve mal va), porque ganar nos hace subir la autoestima, nos hace sentirnos mejor, nos hace reafirmarnos en lo que hacemos y sobre todo, porque al final, pese a que en formación no debería ser así, el fútbol es un deporte, y en todos los deportes se juega para ganar.


Pero en esos momentos en los que creemos que se ha cometido una injusticia, debemos recordar, que el arbitro también es humano, y también se equivoca, igual que un entrenador puede errar un 11, o un planteamiento para un partido, o un jugador puede fallar un pase o un gol cantado, un arbitro puede cometer un error y si logramos comprender eso y hacer a nuestros jugadores comprenderlo, cada vez se verán menos los lamentables espectáculos que por desgracia se ven en los campos cada fin de semana.

Y esto es uno de los factores que nos distinguirán en nuestra labor como entrenadores en el fútbol base, debemos mantener las formas, ser un ejemplo constructivo para nuestros jugadores, respetar al rival y a los árbitros y contribuir con nuestro comportamiento a que los jugadores respeten por igual a rivales y arbitro.

Aunque a veces nos tengamos que morder la lengua.






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